La
victoria aliada en la II Guerra Mundial propició un mundo dividido en dos
bloques. La Unión Soviética lideraba el bloque comunista, que integraba las
llamadas democracias populares fundamentalmente extendidas por la Europa
Oriental, China y Cuba. El bloque contrario era el capitalista, liderado por
EEUU y los países del occidente europeo. EEUU salieron muy reforzados del
conflicto. La destrucción de los combates no afectó a sus territorios, su
industria bélica relanzó su economía y la depresión económica generalizada le
situó como principal potencia, además, el final de la guerra le sirvió para
mostrar al mundo su fuerza.
Después de
la Guerra, las estructuras políticas anteriores a 1939 habían quedado
obsoletas. El mundo occidental emprendió una progresiva democratización que
tuvo una primera oleada en la década de los 50. Los países perdedores de la
guerra: Alemania, Italia y Japón se unieron a la democracia tras su derrota.
Estos y otros países del mundo occidental recibieron la ayuda norteamericana
para su reconstrucción mediante el llamado Plan Marshall, intentando así frenar
la extensión del comunismo. En el resto del mundo, los nuevos países nacidos de
la descolonización de África y Asia adoptaron formas políticas diferentes. En
buena parte del mundo de Oriente Próximo, la religión judía y musulmana se
tiñeron de nacionalismo. Por su parte en América Latina, democracias y
dictaduras se alternaron y combinaron en un complicado ir y venir
El nuevo orden internacional nacido en 1945 estuvo acompañado por la creación de nuevas instituciones internacionales: la Organización de las Naciones Unidas (ONU) nació para mediar en las relaciones internacionales, la OTAN, como una alianza militar entre el bloque capitalista e igualmente el Pacto de Varsovia en el bloque comunista. Por último, la Comunidad Económica Europea se crea para relanzar la economía de una empobrecida Europa.
Ambas
potencias pugnaran entre sí no solo por establecerse su primacía sobre la
superficie terrestre, sino también sobre el espacio exterior, iniciando una
carrera espacial que llevará a los norteamericanos a pisar por primera vez la
Luna. Beneficiada por la competencia entre ambos bloques, la exploración espacial
que se inicia en esta época escribirá páginas importantes en el futuro.
Consciente del equilibrio de sus fuerzas y gracias a la fuerte oposición social
en Europa y América a que estalle un conflicto nuclear, los dos bloques inician
entonces un periodo de distensión que se
mantendrá hasta la década de 1970. En el terreno económico, el mundo occidental
vive una profunda crisis a partir de 1973, año en el que el conflicto de Oriente
Medio provoca una escalada en los precios del petróleo. Una de las
consecuencias que se derivarán de la crisis y las causas que la provocaron será
la toma de conciencia refrendada por hechos anteriores de la existencia de un
mundo global e interrelacionado, en el cual, acontecimientos que se producen en
un lugar del globo, repercuten a escala planetaria desencadenando a su vez
nuevos procesos.
La
globalización viene acompañada de una mentalidad de finidad como posmoderna,
caracterizada por la crisis de las grandes ideologías. La división del mundo en
dos bloques antagónicos, heredada de la II Guerra Mundial, quedará
definitivamente rota en 1991 con la desaparición de la Unión Soviética. Aunque se
trata de un hecho puntual, es también la culminación de un proceso de
decadencia y disgregación interior iniciado en las décadas precedentes. La
llegada al poder de Gorbachov y su puesta en práctica de un programa político aperturista,
supone el golpe de gracia para un sistema político y económico que ya se
encontraba en estado de descomposición.
La
posmodernidad instala nuevos valores como el relativismo y el distanciamiento
respecto ideologías y estructuras de poder, la búsqueda de la libertad
individual y el gusto por el hedonismo.
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