En este ejemplar
económico, el docente de la Universidad de Nueva York y exfuncionario del Banco
Mundial, William Easterly, nos cuenta las ''andanzas y tribulaciones de los
economistas del desarrollo''. De una forma libre, el autor explica los aspectos
teóricos básicos sobre los que se construyen las teorías modernas sobre el
crecimiento económico. En cada capítulo del libro se dedica a comentar todos
aquellos paradigmas del crecimiento económico que han dado fuerza y validez en
la sociedad y, sobre todo, se esfuerza por descubrir cuál es la razón por la
que unas economías crecen y otras no. William Easterly intentará dar con la
clave del por qué existen tantos países pobres y, a su vez, hallar las posibles
soluciones a su condición de subdesarrollo.
El autor realiza cuatro
observaciones antes de comenzar el libro.
En primer lugar,
William Easterly nos deja, en el ejemplar económico, su opinión personal y no
en la que antes fue su empleador, el Banco Mundial. A veces es crítico sobre lo
que ha hecho el Banco en el pasado, aunque existe una cosa que admira y es la
incitación de la presencia de personas como él ejercitando su libertad
intelectual.
En segundo lugar, no va
a haber nada relacionado con el medio ambiente, debido a que ya lo probo
anteriormente y no dio con la clave. La forma cómo el crecimiento afecta al
medio ambiente es muy debatido porque hay veces que, por motivos ecológicos,
las medidas para fomentar el crecimiento económico se detienen para
preservarlo.
En penúltimo lugar, no pretende presentar un panorama general de toda la investigación sobre el crecimiento que los economistas han hecho en los últimos tiempos. William Easterly trata de seguir el camino de las investigaciones relacionadas con los esfuerzos de los economistas por comprender cómo hacer más ricos a los países pobres del trópico.
Por último, realiza una
cosa muy interesante. Inserta momentos de la vida cotidiana de aquellos países
pobres, conocidos como interludios, para que recordemos que tras la búsqueda
del crecimiento está la fortuna y las desgracias de la gente real que solemos
ver en los telediarios.
El principal argumento de este libro es que los economistas han tratado de dar con el objeto precioso o con la clave que permita escapar a los países del tercer mundo de su enfermedad, la pobreza. En diversas situaciones han creído dar con el remedio, desde la ayuda al exterior hasta la inversión en maquinaria, desde promover la educación hasta controlar el crecimiento de la población, desde conceder préstamos hasta renegociar la deuda en términos más favorables. Todas estas claves que intentan llevar a cabo, tal y como va relatando el autor a lo largo del libro, acaban fracasando sin tener los resultados prometidos, y es por ello que los países pobres, que hemos tratado con estos remedios, consiguieron el crecimiento que esperaban (desde América Latina hasta Oriente Próximo y Asia Central).
Los economistas han
estado continuamente proponiendo demasiadas fórmulas que infringen un principio
básico de la economía, los incentivos. En otras palabras: '' La gente hace
aquello para lo cual le pagan, aquello para lo cual no le pagan, no lo hace. ''
Por tanto, para que la gente encuentre la forma de pasar de la pobreza a la
riqueza debemos siempre tener presente que la gente hace aquello para lo cual
le pagan. Actualmente tienen suficientes evidencias para entender por qué los
remedios fallaron y cómo políticas económicas fundamentadas en ofrecer los
incentivos adecuados pueden funcionar, y, de este modo, cambiar e iniciar el
camino hacia la prosperidad.
El libro se divide en
tres partes:
I. Por qué es
importante el crecimiento.
II. Panaceas que
fracasaron.
III. La gente responde
a los incentivos.
En la primera parte del libro (formada por un
solo capítulo), nos introduce el tema de la ayuda de los pobres y el comienzo
de la búsqueda de ese ansioso crecimiento con el que intentan dar numerosos
economistas basado en hacer más ricos a los países pobres.
La segunda parte nos
relata la búsqueda de una fórmula mágica que convirtiera la pobreza en
prosperidad, pero finalmente fracasó. Ni la inversión, ni la ayuda, ni la
educación, ni el control de la población, ni el perdón a la deuda demostraron
ser el remedio del crecimiento. ¿Cuál fue el principal motivo por el que dichas
medidas no triunfaron? La respuesta está en los incentivos: el crecimiento no
respondió a ninguna de estas fórmulas porque no tuvieron presente el principio
básico de la economía.
Por último, en la parte
tercera parte del relato, el autor nos cuenta que la gente pobre no tiene
suficientes incentivos para emerger de la pobreza. Es por ello que, para que
los pobres puedan sobreponerse a la mala suerte y a la pobreza inicial a la que
están sometidos, se requiere que los Gobiernos generen incentivos para que los
motiven a salir de ese hoyo sin fondo. Sin embargo, hay veces que el Gobierno
hace mal uso de su funcionamiento y provoca que no se crezca como se había
estimado. Un claro ejemplo es la corrupción, aspecto con la que intentarán
combatir para solucionarlo.
En conclusión, al principio los economistas creen haber dado con la respuesta al interrogante del crecimiento económico. Comienzan con la ayuda al exterior para colmar la diferencia entre la inversión ''requerida'' y el ahorro. Sin embargo, muchos no estaban de acuerdo con todo lo relacionado con la inversión ''requerida'' y se empiezan a basar en la inversión en máquinas. Como complemento de esta idea, surgió la noción de que la educación era una forma de acumular la ''maquinaria humana'' que traería el crecimiento. Acto seguido y preocupado por el exceso de la población que podía desbordar la economía, los economistas promovieron el control de la población. Luego, tras apreciar que ciertas políticas interferían en el crecimiento, se fomentaron préstamos vinculados a la adopción de reformas de sus políticas. Finalmente, cuando los países tuvieron dificultades para pagar esos préstamos, se ofreció perdonar la deuda.
En conclusión, al principio los economistas creen haber dado con la respuesta al interrogante del crecimiento económico. Comienzan con la ayuda al exterior para colmar la diferencia entre la inversión ''requerida'' y el ahorro. Sin embargo, muchos no estaban de acuerdo con todo lo relacionado con la inversión ''requerida'' y se empiezan a basar en la inversión en máquinas. Como complemento de esta idea, surgió la noción de que la educación era una forma de acumular la ''maquinaria humana'' que traería el crecimiento. Acto seguido y preocupado por el exceso de la población que podía desbordar la economía, los economistas promovieron el control de la población. Luego, tras apreciar que ciertas políticas interferían en el crecimiento, se fomentaron préstamos vinculados a la adopción de reformas de sus políticas. Finalmente, cuando los países tuvieron dificultades para pagar esos préstamos, se ofreció perdonar la deuda.
Ninguna de las formulas
propuestas llegaron a funcionar, debido a que no todos los participantes en el
proceso de generar el crecimiento económico tenían los incentivos apropiados.
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